El universo maya es un universo vivo; es nuestro mismo universo.
Pervivirá mientras siga existiendo la bóveda celeste con sus astros;
y esta tierra, con sus cielos, su luna y su sol, al alba y al atardecer.
Mientras mantengamos vivas nuestras selvas.
Mientras el jaguar –sol nocturno– siga merodeando entre ceibas y caobas.
Mientras nos hablen mosaicos de jade desde los rostros de antiguos Señores
sabremos descifrar los códigos de su esencia.
Una máscara de jade es al mismo tiempo vida, muerte y resurrección en un
ciclo infinito de existencia; es el semblante divino de un soberano cuyo poder
llegó a ser la fuerza vital de su pueblo, del propio universo.
La cultura maya, patrimonio nuestro, patrimonio vivo, tiene un rostro elocuente;
un rostro de jade que es en realidad, el crisol de una cultura, su universo.
Yo estaba en medio |
Carlos Pellicer |
Por su connotación sagrada el jade es el componente esencial de las
máscaras funerarias de los soberanos mayas.
Los gobernantes tenían atributos divinos y durante su vida podían
transitar entre los tres niveles del cosmos. El ajuar funerario les daba la
identidad que debían portar en su paso al inframundo; y la máscara les
daba el rostro del dios del maíz.
Este jade verde esmeralda se obtenía de los nubosos yacimientos en
las riberas del río Motagua, en Guatemala. Por estar asociado al agua
y tener el color esencial de la naturaleza se relaciona con el cielo y el
mar primordial de la creación. Es símbolo de aliento vital, fertilidad y
renacimiento.
Medido estaba el tiempo de la bondad del sol,
|
Chilam Balam de Chumayel |
Las orejeras de la máscara tienen la forma de una flor de cuatro pétalos
que representa el modelo del cosmos mesoamericano.
Según los mayas, al inicio de los tiempos el mundo fue delimitado por
cuatro esquinas, cuatro lados y un centro. Este espacio sagrado conecta
los tres niveles del universo: el celeste, el terrenal y el inframundo.
Al mismo tiempo, las flores son capaces de inhalar y exhalar humedad,
aliento de vida. Su néctar simboliza la fecundidad, es la "esencia
sagrada " que da vida a todas las cosas.
Y así huele a guanábana
|
Carlos Pellicer |
Los colmillos de concha bajo las orejeras de jade son de una
serpiente que se hace presente en la máscara para evocar el plano
celeste.
La presencia de la serpiente en la indumentaria de los gobernantes
señala su condición divina. Para los mayas, la serpiente es un ser
celeste, terrestre y acuático, con el poder de transitar en los tres
niveles del cosmos.
Serpiente y linaje sagrado comparten la misma noción. Calakmul
era conocido como la ciudad de la Cabeza de Serpiente y sus
gobernantes como K’uhul Kanal Ahaw, "Divino Señor de la Serpiente".
Ceiba que disemina mi raza entre los vientos
|
Rosario Castellanos |
Las aplicaciones de concha en la nariz y boca de la máscara
representan el aliento esencial del espíritu, la exhalación del
soberano al trascender la muerte.
La boca abierta en su rostro, metáfora de la Cueva Sagrada, es el
umbral para el paso del espíritu del plano material al sobrenatural.
Este aliento de vida, sinónimo del alma, encuentra eco en la
naturaleza a través del viento como la divinidad intangible, ya que
puede sentirse pero no mirarse. Es la fuerza vital que habita en
todas las cosas que se mueven.
Es tan jaguar el sol, |
Carlos Pellicer |
Bajo la barbilla del rostro de la máscara una mariposa extiende sus
cuatro alas de jade. Es símbolo del alma del difunto soberano y
se relaciona estrechamente con el viento.
En el arte prehispánico la mariposa aparece como representación
de Venus: "estrella de la mañana", mensajera del Sol, a un tiempo
astro diurno y nocturno, siempre en movimiento.
Ella, al igual que el alma trascendida del difunto gobernante, es
omnipresente en la naturaleza, de día y de noche. Es un ser en
continuo estado de transformación, signo tangible del ciclo de la vida.
Aquí fue donde se multiplicaron,
|
Popol Vuh |
En el arco tallado con motivos vegetales que corona la máscara
se simboliza el lugar de la creación. Es la Montaña Sagrada,
umbral de paso al inframundo.
Las pirámides mayas son también una metáfora de la Montaña
Sagrada o Witz. En su interior se encuentra la Cueva Sagrada,
lugar donde, en tiempos míticos, fueron depositados los granos
primordiales de maíz.
La cámara funeraria donde se encontraba la máscara simboliza
esta cueva. En su interior renacerá el gobernante como dios del
maíz tras derrotar a los señores de la muerte en el inframundo.
De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne;
|
Popol Vuh |
Dentro de la Montaña Sagrada, en el tocado de la máscara, brotan
dos pequeñas hojas de jade que representan retoños de maíz.
Al morir, el soberano se convertía en semilla sembrada en la
Montaña Sagrada para resurgir como deidad del maíz asegurando
el sustento de su pueblo.
Para los mayas, el primer hombre fue modelado de los tres granos
primordiales de maíz. Así, en un ciclo infinito de vida, muerte
y resurrección, la máscara de jade expresa la continuidad de la
existencia.
El maíz es hasta hoy el sustento primordial del pueblo
maya y elemento central de las culturas de México.
Yo soy el sol, yo soy la luna,
|
Popol Vuh |
Cada uno de los elementos de la máscara guarda su propio
significado y, al mismo tiempo, todos ellos se relacionan
entre sí. Son parte de una suma compleja.
La cosmogonía maya no es un pensamiento lineal. En
ella, la naturaleza y la divinidad, lo animal y lo humano, la
vida y la muerte, son planos que se entrelazan y conviven
continuamente.
Los tres niveles del cosmos –el celeste, el terreno y el
inframundo– son estratos que tienen fronteras claras, pero
que están en permanente conjunción.
Máscara funeraria |